Tomás no sabía la razón de haber perdido su voz.
Se levantó y ya no tenía voz. Se preguntaba la razón de aquello que le parecía tan raro y estaba preocupado. "¿Qué hice ayer?", se preguntaba, pero no lo recordaba. Al cabo de unas horas llamó una a una a la puerta de las casas de todos sus amigos para saber si estuvo con ellos. Pero no, le contestaron y terminó más preocupado que antes.
Llegó la noche y Tomás se fue a la cama con la esperanza de levantarse recuperado.
[Fragmento de Gonzalo Álvarez]
A la mañana siguiente probó un método que le dijo su profesor de música. Le animó a componer una canción sencilla, con un solo acorde, pero que le diese variedad con distintas partes. No recuperó su voz, pero la melodía sonaba bien.
Cuando volvió a su casa, buscó en Internet alguna solución. Encontró una muy buena... pero no le sirvió de nada. Desesperado se fue a la cama sin cenar.
Tomás se levantó desesperado. Ya no sabía qué hacer. Estuvo probando métodos nuevos, pero nada, seguía sin recuperar su voz. Como tenía examen, se puso a estudiar. Le explicó al profesor que no podía hablar, así que hizo el examen por escrito. Cuando volvió a casa, siguió buscando en libros, pero no encontró nada y se volvió a ir a la cama, otro día más.
Pero en el examen le ocurrió algo que le hizo pensar. Se sentó junto a un compañero un tanto peculiar que lo mejor para la pérdida de voz era un potingue raro. Volvió a hablar otro día con ese chico para ver dónde comprarlo y fue con sus padres a conseguirlo. Tal cual se lo tomó.
Ese día Tomás no recuperó la voz, pero aprendió una cosa mucho más importante: nunca te fíes de un "chico raro".
continuará.
Cuando volvió a su casa, buscó en Internet alguna solución. Encontró una muy buena... pero no le sirvió de nada. Desesperado se fue a la cama sin cenar.
[Fragménto de Iván Álvarez]
Tomás se levantó desesperado. Ya no sabía qué hacer. Estuvo probando métodos nuevos, pero nada, seguía sin recuperar su voz. Como tenía examen, se puso a estudiar. Le explicó al profesor que no podía hablar, así que hizo el examen por escrito. Cuando volvió a casa, siguió buscando en libros, pero no encontró nada y se volvió a ir a la cama, otro día más.
[Fragmento de Endika Atienza]
Pero en el examen le ocurrió algo que le hizo pensar. Se sentó junto a un compañero un tanto peculiar que lo mejor para la pérdida de voz era un potingue raro. Volvió a hablar otro día con ese chico para ver dónde comprarlo y fue con sus padres a conseguirlo. Tal cual se lo tomó.
Ese día Tomás no recuperó la voz, pero aprendió una cosa mucho más importante: nunca te fíes de un "chico raro".
[Fragmento de Miguel Bernardos]
Tomás ya estaba harto de no tener voz, no podía soportarlo más. Un día se encontró con un viejo amigo suyo por la calle y le explicó el problema. Su amigo, llamado Carlos le contó que él tenía una buenísima solución , unos ejercicios para la garganta y una medicina llama Bocamina. Tomás hizo los ejercicios y se tomó la medicina durante dos semanas (que era lo que tardaba en dar efecto el "tratamiento"). Estaba emocionadísimo, estaba completamente seguro de que el tratamiento daría efecto. ¡Por fin volvería a hablar!
[Fragmento de Ruth Bosser]
Pasaron las dos semanas y Tomás no notaba nada. Seguía igual que antes. Seguía los consejos que le había dado su amigo Carlos. Había hecho todo bien, lo que significaba que le había engañado para burlarse de él, porque Carlos tenía voz y él no.
Pasaron semanas y semanas y Tomás seguía sin voz. Estaba desesperado. Buscó información de todo tipo para encontrar algo sobre recuperar la voz. Todo lo que leía era muy parecido, casi igual a lo que le dio Carlos. Por eso desconfiaba de lo que leía.
[Fragmento de Juan José Casas]
Tomás tuvo que asumir que el problema que tenía carecía de cura y quería que sus amigos y familiares supieran por lo que estaba pasando. Su padre le dijo: "si muerdes a alguien, él también perderá su voz". Entonces Tomás mordió a su padre. Ahora eran dos los que no podían hablar.
Tomás y su padre decidieron transmitir su problema a todo el mundo. Un año después no quedaba nadie que pudiese hablar. Tomás fue consciente entonces del enorme problema que había causado y se le ocurrió una buena idea para solucionarlo. Decició usar el traductor de Google par poder hablar.
Al ver que usando el traductor de Google para hablar funcionaba, decidió ponerlo en la Web para que todo el mundo lo supiese y pudiera hablar de nuevo.
Pasaron los días y se dieron cuenta de que eso no era una buena solución, por lo que Tomás se sentía muy culpable de que nadie pudiera hablar. Así que decidió buscar una nueva solución y a esto le ayudó todo el mundo.
Pasaron varios meses y seguían sin nada, hasta que de repente...
...un día sonó el timbre de la puerta. Era un señor que tenía un aspecto peculiar. Tomás fue a abrir la puerta y el señor amablemente le dio los buenos días. Tomás se sorprendió de que ese señor de aspecto peculiar pudiera hablar. Tomás le invitó a entrar para que entre los dos hallaran una solución. Entonces José, que era así cómo se llamaba el hombre de aspecto peculiar, le contó a Tómás cómo consiguió hablar otra vez.
Tras mucho buscar, José encontró a una vieja curandera en un pequeño pueblo al oeste de la ciudad. La vieja le dio un pequeño botecito con un líquido de aspecto bastante asqueroso que según ella le devolvería la voz. José pensó al principio que era un fraude y que no iba a funcionar, pero se lo llevó a casa. Tardó varios días en decidirse a tomárselo, pero al fin lo hizo y descubrió que la vieja no le había timado. Volvía a tener voz.
Tras escuchar la historia de José, Tomás pensó que es hombre estaba loco, pero estaba dispuesto a intentar cualquier cosa con tal de recuperar su voz. Así que decidieron ir a visitar a la vieja.
Tomás y su padre decidieron transmitir su problema a todo el mundo. Un año después no quedaba nadie que pudiese hablar. Tomás fue consciente entonces del enorme problema que había causado y se le ocurrió una buena idea para solucionarlo. Decició usar el traductor de Google par poder hablar.
[Fragmento de Antonio Durán]
Al ver que usando el traductor de Google para hablar funcionaba, decidió ponerlo en la Web para que todo el mundo lo supiese y pudiera hablar de nuevo.
Pasaron los días y se dieron cuenta de que eso no era una buena solución, por lo que Tomás se sentía muy culpable de que nadie pudiera hablar. Así que decidió buscar una nueva solución y a esto le ayudó todo el mundo.
Pasaron varios meses y seguían sin nada, hasta que de repente...
[Fragmento de Sara Durán]
...un día sonó el timbre de la puerta. Era un señor que tenía un aspecto peculiar. Tomás fue a abrir la puerta y el señor amablemente le dio los buenos días. Tomás se sorprendió de que ese señor de aspecto peculiar pudiera hablar. Tomás le invitó a entrar para que entre los dos hallaran una solución. Entonces José, que era así cómo se llamaba el hombre de aspecto peculiar, le contó a Tómás cómo consiguió hablar otra vez.
[Fragmento de Helena Echaniz]
Tras mucho buscar, José encontró a una vieja curandera en un pequeño pueblo al oeste de la ciudad. La vieja le dio un pequeño botecito con un líquido de aspecto bastante asqueroso que según ella le devolvería la voz. José pensó al principio que era un fraude y que no iba a funcionar, pero se lo llevó a casa. Tardó varios días en decidirse a tomárselo, pero al fin lo hizo y descubrió que la vieja no le había timado. Volvía a tener voz.
Tras escuchar la historia de José, Tomás pensó que es hombre estaba loco, pero estaba dispuesto a intentar cualquier cosa con tal de recuperar su voz. Así que decidieron ir a visitar a la vieja.
[Fragmento de Celia Engra]